Se trata de la startup biotecnológica Inbioar, que logró el patentamiento de un principio activo que se puede utilizar como bioherbicida, teniendo como socio al Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
“Malezas que matan malezas. Producen sustancias tóxicas, que nosotros encontramos en las banquinas para lograr herbicidas. Hay malezas que terminan siendo benéficas porque desde ahí se obtienen herbicidas para matar a las mismas malezas”.
Esto es la síntesis y la impronta de la la empresa rosarina de biotecnología Inbioar, que logró un nuevo hito para la agricultura argentina. La semana pasada logró la aprobación del patentamiento de dos moléculas naturales obtenida de una maleza para que puedan ser utilizados como bioherbicida, teniendo como socio al Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA).
Recolectaron 2.400 muestras en el norte del país.
Inbioar comenzó como una startup en 2010 y consiguió financiación de una empresa financiera (Grupo Rosental) que estaba convencida del proyecto pese a que no tenía relación con sector agropecuario. Así, Gustavo Sosa, ingeniero en forestación, y María Lucía Travaini, biotecnóloga, los dos que fundaron la pyme, comenzaron el proyecto que se trató básicamente en juntar plantas en las banquinas y estudiar si esas plantas (silvestres y malezas) tenían capacidad tóxica de inhibir a otra.
En dos años recolectaron 2.400 muestras en el norte del país porque según explicó Gustavo “en las zonas donde más seco el clima es, más estresada la planta está y más salino el suelo está, favorecen la producción de estos metabolitos secundarios”.
La cámara de plantas de Inbioar.
Y de esta cantidad se encontraron a Ammi visnaga en Santiago del Estero, una planta que tiene como característica principal que conquista el suelo y no deja que nada más se levante a su alrededor.
En primer lugar, comenzaron la investigación con el Conicet pero en 2014 no le quisieron renovar el contrato para avanzar con la purificación bioguiada (el descubrimiento de la molécula). Así, tuvieron la presión de ir a buscar otro país donde realizar el proceso y encontraron a un socio estratégico a nivel mundial, como es el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, que tiene su sede en Mississippi.
Lucía fue por primera vez a Estados Unidos en 2014 por 3 meses y logró purificar dos moléculas, cosa que en Argentina lleva mucho más tiempo, por lo que hicieron una patente provisional con el USDA. Luego, la biotecnóloga volvió a viajar e hizo experimentos en macetas y les dio lugar para una publicación (paper) y la autorización de la patente, que se hizo realidad finalmente la semana pasada.
Luego de conocerse la aprobación de la patente en conjunto con la prestigiosa institución norteamericana, una empresa de Europa y de Estados Unidos se contactó para llegar a un acuerdo de cooperación para el desarrollo de esta tecnología para llevarla a escala global.
Lo que sigue a corto plazo para la empresa rosarina es lograr otra patente de las moléculas naturales a partir de la modificación en el laboratorio para que tengan un mayor potencial herbicida. “El USDA lo va a desarrollar y nosotros en Argentina haremos la parte de la biología para que posteriormente hagamos una nueva presentación de la patente para hacer otra transferencia de tecnología a la industria”, adelantó Gustavo.
Según explicó Lucia, este bioherbicida actuaría por contacto. “Todavía no vimos selectividad particular pero por el momento pudimos observar que las especies de hoja ancha se veían más afectadas que las gramíneas. Y el efecto es post emergencia que en preemergencia”, dijo.
El socio es el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Aquí, el sitio en Mississippi.
Hace dos años, vendieron el 15% de Inbioar, donde actualmente trabajan 4 personas, y ese dinero les permitió comenzar otro sueño. Expandirse “juntando plantas de banquinas” a otros países, como Estados Unidos, Chile y Paraguay.
“El mercado de insumos fue creciendo exponencialmente y cada vez hay más demanda de nuevos productos biológicos. Y en particular, el de herbicidas, es el que menos está desarrollado”, señaló Lucia.
Ipomoea tratada con el herbicida.
En Estados Unidos se están asociado a Gowan Company, situada en Arizona, y van a explorar el sur del país norteamericano. “Como la empresa de aquel país lo financia, todos los desarrollos van a ir a parar a ellos”, apuntó.
“En Chile estamos hablando con un inversor y en Paraguay una empresa argentina estaría interesada en asociarse con nosotros”, agregó.
Según contó Gustavo, eligieron estos países porque tienen semi desiertos donde la vegetación está adaptada a condiciones extremas, lo mismo que sucede en Santiago del Estero. Además, están buscando introducirse también en India.
“En 3 años queremos tener una biodiversidad de moléculas de distintas partes del mundo para suministrarle a las compañías globales soluciones para la protección del cultivo. Un principio activo natural se degrada rápido en el suelo, no viaja a las zonas donde hay agua, es más limpia y se elimina rápidamente”, cerró Gustavo.
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